via elcultural
Qué buen autor descubrí en este libro que por un par de años, descansó en nuestro librero. Comprado en alguna librería de viejo de alguna ciudad chilena de esas recorridas años atrás -que lógicamente no recuerdo-, su lectura me llevó por el repaso sincero de este autor sugerido en un artículo leído hace tiempo, que gracias a su recuerdo, compré.
Ahora tengo "Manhatan Transfer", segunda lectura que depara más secretos de Dos Passos, y que espero concluir con su trilogía USA.
Dejo este comentario de elcultural
Los años inolvidables de John Dos Passos: "Los años inolvidables de John Dos Passos"
por Ignacio Martínez de Pisón
Publicado el 16/02/2006
Cuando John Dos Passos publicó Años inolvidables, habían pasado cinco años desde el suicidio de Ernest Hemingway y dos desde la aparición de París era una fiesta, en el que Hemingway le atacaba con una rabia y una fuerza inusitadas. El libro presenta a Dos Passos caracterizado como un “pez piloto” que siempre se deja caer en los sitios justo antes que sus amigos ricos. Y sobre ese pez piloto dice Hemingway que “no hay modo de pescarle a él, y sólo a los que confían en él se les apresa y se les mata”, y también que es un hombre al que, dominado como está por el amor al dinero, “cada dólar que gana le desplaza un poco más a la derecha”. El retrato que Hemingway ofrece de Dos Passos en París era una fiesta está desde el principio hasta el final inspirado por la amargura y el rencor, y el hecho de que no apareciera publicado hasta después de la muerte de su autor no hizo sino alimentar el resentimiento y el dolor de su antiguo amigo. Para Dos Passos, que en el fondo siempre echó de menos la vieja camaradería que les había unido en su juventud, debió de ser como si el fantasma de Hemingway hubiera escapado de su tumba decidido a impedir cualquier posibilidad de reconciliación póstuma.
Años inolvidables es, en cierta medida, el relato de la amistad entre Dos Passos y Hemingway, y en él se rememoran el primer encuentro de ambos en la Italia de 1918, el fortalecimiento de su relación en el París de los años veinte, sus andanzas por distintos lugares de Europa, las temporadas de retiro en Key West, el accidente automovilístico que provocó el internamiento de Hemingway en un hospital... No parece que hubiera entre ellos graves fricciones antes del verano de 1933, en el que coincidieron en Madrid y del que Dos Passos evoca con nostalgia los almuerzos en Casa Botín: “Fue durante aquellas comidas cuando Hem y yo discutimos por última vez sobre España sin enfadarnos”. Lo que el autor se niega a abordar es precisamente lo que ocurrió después, la ruptura de esa amistad, y el crítico Edmund Wilson se lo reprocharía de forma amistosa en una carta de noviembre de 1966: “¿Por qué no has hablado de tus experiencias durante la guerra civil española y de las razones del distanciamiento entre Hemingway y tú?”
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