A propósito de conflicto estudiantil en Chile, dejo esta declaración de profesores de la UC, valiosa opinión que en junio publicaran dando un importante apoyo a la movilización, que en ese entonces estaba en su primera etapa.
DECLARACIÓN
DE ACADÉMICOS DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FRENTE A LA CRISIS DE
LA EDUCACIÓN
por academicospuc en junio 30, 2011
Quienes
gozamos del privilegio de trabajar en esta universidad, participando en el
proceso formativo de miles de jóvenes chilenos, no podemos ni queremos
mantenernos ajenos al debate público sobre la situación de la educación en
Chile.
Consideramos
que la actual crisis es una ocasión histórica para poder abordar con seriedad,
profundidad, proyección y propuesta tareas que comprometen nuestras
competencias y experiencias puestas al servicio del país y la sociedad. En
particular consideramos que la hora presente ofrece la posibilidad de ayudar a
construir una nueva propuesta, estableciendo reglas claras y ampliamente
discutidas, con debates sólidos y ricos en argumentación e ideas, que permitan
reemplazar la legislación vigente en materia educacional, establecida hace
treinta años sin garantías fundamentales, sin pluralismo, debate ni condiciones
mínimas para el ordenamiento de una sociedad que aspire a ser democrática y
participativa.
La ocasión
que se nos plantea ha sido modelada en el tiempo por las graves falencias de la
normativa impuesta en 1981 y que hoy se hacen dramáticamente evidentes. Hoy son
un sector muy importante de nuestra comunidad, parte esencial de esta
corporación desde sus orígenes, quienes nos interpelan y empujan a
pronunciarnos y asumir nuestras responsabilidades sociales. En efecto, los
estudiantes de nuestras universidades, e incluso los de enseñanza media, nos
piden coherencia con nuestro discurso y responsabilidad en nuestro actuar,
haciendo de esta manera vida universitaria.
En este
sentido, la búsqueda de propuestas claras y abordables de definición de
objetivos precisos para el mejoramiento de la convivencia social a través del
mejoramiento de la educación, nos llevan a proponer derechamente el reemplazo
de la normativa universitaria vigente desde la imposición de la ley de
1981, que muchos consideramos espuria, en muchos sentidos abusiva y carente de
legitimidad democrática. Las circunstancias de la época le imprimieron ese
carácter y es responsabilidad de quienes hoy tenemos la oportunidad corregir
este marco regulador, pensando en una universidad que sirva mejor a la sociedad
que la cobija, actuando con decisión y coherencia para lograr una educación
superior más plural, abierta y atenta a las necesidades de la comunidad
nacional. Mantener el silencio que hemos guardado por tantos años nos hace
cómplices de una situación en la cual se entrega a las leyes del mercado lo que
debe ser, en cambio, un territorio custodiado por los criterios de la
excelencia, la solidaridad, el servicio y la voluntad de actuar enfrentando
desafíos que son propios del Chile del siglo XXI.
En este
esfuerzo común por reparar una falta contra la sociedad como es la que se ha
generado con el actual sistema universitario –donde faltan garantías de
responsabilidad intelectual y moral, donde se dan condiciones para el engaño
sistemático de miles de jóvenes y se juega con sus ilusiones sin considerar sus
frustraciones–, cada estamento de la universidad tiene sus tareas y sus
responsabilidades. Estas parten por el generar los adecuados debates,
utilizando nuestras capacidades distintivas, proponiendo ideas con criterio de
realidad y voluntad de cambio, con imaginación y pasión por conseguir un
escenario nuevo para la educación nacional. Queremos así invitar a nuestra
comunidad universitaria y al país entero a trabajar por una nueva legislación
universitaria que surja de la deliberación razonada e informada, de la
participación consciente y comprometida, de la voluntad de respetarnos
mutuamente y pensar en el beneficio común para nuestra sociedad, considerando
la tarea de la universidad como una forma fundamental de servicio al país mucho
más que como entidades de formación profesional, sin por ello desconocer la
importante función que en esa materia desempeñan. Si deseamos un sistema más
igualitario y equitativo, si aspiramos a una sociedad con mejor convivencia
democrática y respeto mutuo, debemos hacernos cargo de los trabajos que esta
tarea conlleva, pues consideramos que sigue siendo válida la máxima que propone
que la justicia es el nuevo nombre de la paz. La indiferencia, el escepticismo
o el fatalismo son formas de complicidad con una situación que no se puede, que
no se debe seguir tolerando y por ello invitamos a nuestro estamento a actuar
con un propósito claro y constructivo que considera levantar un nuevo orden,
que termine con este régimen que ha acentuado muchos males y que resulta
injusto.
La
invitación es, como académicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile,
a comprometer nuestra capacidad de trabajo, nuestra imaginación y creatividad y
nuestro espíritu de servicio para que en nuestro país no se pierda la misión
que nos legaron nuestros fundadores, para que no se venda lo que debe estar por
su naturaleza fuera de los mercados y para que podamos, finalmente, con nuestro
espíritu crítico y nuestra conciencia y responsabilidad comprometidas con la
construcción del futuro, atender al mandato evangélico de ir y enseñar a todos
los pueblos.
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