martes, 7 de agosto de 2007

Apaleo

Los colectivos y sus choferes son fuentes de conversación tremendas.

Hoy me subí a uno y conversé con un señor de unos 68 años, amable, simpático y acogedor.

Su rostro moreno, sus pocos dientes, y su eterna sonrisa, daban cuenta de una persona de esfuerzo y trabajo.

Comenzamos hablando de su pega, de los recorridos, de lo bueno que era su línea.

Así, llegamos al tema de la seguridad de su pega, y ahí me relató la forma en que se defendían -los choferes de colectivo- de los asaltos o amenazas que recibían, sobre todo, en las noches.
Su sistema era simple: llamar por radio -él tenía una al lado izquierdo del volante, entre éste y la puerta-, luego de lo cual llegaban sus compañeros de trabajo para defender el ataque.

Así me contó de una vez en que había avisado a sus colegas ante la persecución que tuvo un pasajero, luego de que éste se peleara quien sabe por qué motivo, en una fiesta, con los sujetos que lo perseguían en otro auto.

En eso -y no sé si me dijo la verdad o no, pero pareció real-, él se baja a encarar a los perseguidores, a la altura del Terminal de Buses de Puerto Montt, y los increpa que esa no era la forma de resolver los problemas; que para eso, había que conversar las cosas "sano" (el ocupante del colectivo y sus perseguidores, estaban curaos); y que en definitiva, si querían sacar al pasajero del colectivo, él llamaría a sus colegas y les darían un apaleo que no olvidarían.

Entre medio, me contó que esta práctica estaba avalada por la policía, ya que ésta no podía aforrarles a los malulos, por lo que les "daban permiso" para hacerlo. Ahí, pensé que si les recomienda eso la policía, qué más queda cuando te meten preso.

Y también, pensé que si las vueltas de la vida me llevan a delinquir, no me gustaría asaltar un colectivo, dado el peligro cierto de ser linchado salvajemente.

Como verán, esta historia estuvo cargada de contrastes, los que iba a masticando mientras avanzábamos lentamente por las calles de las poblaciones Libertad, población Chiloé, Manuel Montt, para llegar a través de Ejército, al centro de la ciudad.

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