domingo, 21 de mayo de 2006

Valentía y Tristeza



El viernes fui testigo de cómo una persona que está enfrentada a mucho dolor y miedo, con Valentía sale diariamente adelante.

La persona -que no recuerdo su nombre-, estaba en una ceremonia en la que participaban otras personas, las que se diferenciaban sólo por sus orígenes territoriales, sociales, intelectuales y monetarios.

En ese marco, en el que todos disfrutaban de un desayuno, la persona habló.

Y habló primero entrecortadamente, como cuando alguien que no está acostumbrado a hacerlo en público, le da vergüenza y tartamudea.

Pero poco a poco nos fuimos dando cuenta que no era eso, sino que el dolor y la pena hacían que su discurso estuviera atravesado en cada palabra por espinas que impedían que dijese fluidamente todo lo que tenía dentro.

Así fue deshilvanando pausadamente una descripción minuciosa y acabada de su ánimo, de lo que quería y extrañaba, y en fin, nos fuimos dando cuenta de que lo que nos estaba transmitiendo era el relato de cómo su hijo había muerto.

La muerte es terrible.

La muerte deja dolor.

La muerte, también, deja soledad.

Y en este caso, la persona nos mostró cuán solo se siente, a pesar de estar actualmente con su otro hijo.

La muerte a pesar de haber dejado soledad y tristeza en esta familia, no dañó la integridad de la persona, quien hoy se aferra al recuerdo de su hijo para salir adelante y para darle cariño a su otro hijo, que también debe estar sufriendo, y vivir juntos el duelo que los acompañará por mucho tiempo.

Cuando escuchamos su historia, el silencio cubrió todo el lugar.

El silencio, creo yo, fue un símbolo del respeto con que todos nosotros recibimos la confesión del padre.

Y en silencio, cada uno de nosotros -y de esto estoy seguro- se fue pensando en la Valentía del padre, pero también, en la eterna tristeza que él vivirá para siempre, más aún cuando el recuerdo de su hijo está fuertemente aferrado a su diaria rutina de vida.

Muchas veces, finalmente, no nos percatamos de que las personas que tenemos a nuestro lado, tenemos que aprovecharlas en el buen sentido de la palabra, y cuidarlas para no lamentar después -tal como le sucedió a este padre de familia- una pérdida irreparable.

Buenas noches.

Saludos a todos,

Illaps

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien Illaps
Espero que sigas adelante con esta iniciativa.
Suerte.

Isabel

Anónimo dijo...

Me gusta cuando retiras las cosas después de comer, pero lo que más me gusta de tí es cuando te pones en el lugar del otro; cuando sientes su dolor o disfrutas su alegría. Tqm.