miércoles, 29 de noviembre de 2006

Campesino Crucificado en Paraguay


Él es un campesino paraguayo que se crucificó este miércoles frente al Palacio de Justicia de Asunción para exigir la libertad del ex general Lino Oviedo -el que al mando del Ejército gobernó el país-, quien cumple una condena de 10 años de cárcel por una intentona golpista contra el entonces presidente Juan Carlos Wasmosy en 1996.

Este señor es el campesino Tomás Velázquez, quien en septtiembre pasado se había declarado en huelga de hambre y cosido la boca en protesta por el encarcelamiento de Oviedo.

Esta persona, ha llevado al límite la figura de su cuerpo para exigir algo que no está en él decidir, pero que presiona a través de una imagen - figura religiosa, que es el cuerpo crucificado, para presionar ante los católicos ojos de los habitantes de Paraguay, entre los que se cuentan, como no, los de los jueces, magistrados, y el mundo político y de los medios de comunicación, los que, según él, se conmoverán para liberar a quien gobernó a esa nación por muchos años gracias a los fusiles y el terror de quienes no pensaban como él.

Esta forma de expresar su opinión me parece absurda y extrema.

Al igual que formas de protesta como la de gente que se cuelga de andamios para exigir condonación de deudas -que ellos mismos contrajeron, firmando papeles que no leyeron-, donde arriesgan su vida. o quienes creen que apaleando a alguien van a encontrar justicia por sus manos -como los punks y los nazis que se apalean entre ellos para lograr predominar, esta forma es irracional, aunque sí es cierto que está dentro de las posibilidades de la libertad que tiene cada ser humano, aunque extrema, es una medida de libertad personal.

Este Tomás Velásquez es una persona libre pero extrema, con la mente -sin duda- un poco alterada, de alguien que como dice al comienzo de esta nota, vive del campo y lo que este produce, pero al parecer, no piensa ni por un segundo en todas las barbaridades y atrocidades que hizo el ex general Lino Oviedo, que a hartos debe haber hecho sufrir y llorar como si los hubiera crucificado, tal como este miércoles apareció quien lo defendió, Tomás, el campecino crucificado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien Illaps. Saludos